sábado, 15 de mayo de 2010

Wagner: La más elevada motivación del vegetarianismo

“Quien quiera comprender a la Alemania nacionalsocialista debe de conocer a Wagner”
Adolf Hitler

El poeta y compositor alemán Richard Wagner es sin lugar a dudas, una de las mayores influencias ideológicas para el surgimiento y desarrollo del nacionalsocialismo. Desde su temprana juventud Hitler fue un apasionado admirador del artista, quién en su obra “El judaísmo en la música” sostiene la tesis que el judío es incapaz de expresarse artísticamente, no por su apariencia exterior ni por su lengua, pero por lo menos sí por su canto.

El compositor heredó al nacionalsocialismo; el patriotismo y el antisemitismo expresado en sus trabajos, los cuales mezclaban rasgos de la cultura y el folklóre germano. Wagner es también probablemente la mayor influencia del
vegetarianismo ético y el trato moral hacia los animales que mantuvo Adolf Hitler. En su obra “Arte y Religión”, el artista expone abiertamente opiniones referentes al tema. El siguiente es un extracto de tres ensayos de aquel trabajo, al que Wagner tituló “La más elevada motivación del vegetarianismo”:

Lo que hasta ahora me ha parado a la hora de unirme a alguna de las sociedades para la protección de los animales que existen, ha sido que encuentro que todos sus argumentos y llamamientos están basados casi exclusivamente sobre el principio del Utilitarismo. Puede que haya sido una primera necesidad de los filántropos que hasta el momento se han preocupado de la protección de los animales indefensos, para demostrar a la gente la utilidad de un trato compasivo de las bestias, pues nuestra civilización moderna no nos autoriza a contar con ningún otro motivo aparte de la utilidad para las acciones del género humano gobernado por el Estado. Cuánto nos hemos desviado de la única razón ennoblecedora para la amabilidad hacia los animales indefensos, y qué poco pudo ser logrado realmente en esta dirección, es algo que se observa de forma muy palpable en los últimos tiempos…

Quien necesite otro motivo para la protección de un animal frente a sufrimientos deliberadamente prolongados que la pura compasión jamás puede haber sentido un derecho genuino para detener a otro hombre que torture a una bestia. Todo aquel que se rebela ante la visión del tormento de un animal, está impulsado únicamente por la compasión, y quien se une a otros para proteger a los animales indefensos está impulsado nada más que por la piedad, de su propio carácter enteramente indiferente a todo cálculo de utilidad o no. Pero que no tengamos el valor de situar este motivo de piedad en la vanguardia de nuestras campañas y llamamientos hacia la gente, es la maldición de nuestra civilización.

En nuestros días fue necesaria la enseñanza de un filósofo (Schopenhauer) quien luchó con implacable tenacidad contra toda hipocresía y todo pretexto para demostrar que la piedad profundamente asentada en el animal humano es la única base verdadera de la moralidad… Después de recorrer todas las maravillas de la creación, Mahoma reconoció como la más grande el hecho de que los hombres debían compadecerse los unos de los otros…

Cuando la sabiduría humana empezó a comprender que la misma cosa respiraba en los animales como en el género humano, parecía demasiado tarde para evitar la maldición que, imitando a los animales de rapiña, hemos hecho caer sobre nosotros a través del gusto por los alimentos de origen animal: enfermedad y dolor de toda clase, a los cuales no vimos expuestas aquellas personas que comen solamente vegetales. Esta percepción nos llevó hasta la conciencia de una culpabilidad profundamente establecida en nuestro ser terrenal; indujo a aquellos muy comprometidos con ello a apartarse de todo lo que despierta las pasiones, a través de la total abstinencia de alimentos animales. Para estos hombres sabios (Plutarco, Hesíodo, Séneca y otros) el misterio del mundo se descubrió como algo que se está haciendo pedazos agitadamente, para ser restaurado a la unidad tranquila mediante la compasión nada más. El hombre sabio no pudo sino reconocer que el ser razonable obtiene su máxima felicidad a través del padecimiento por voluntad propia, que él por tanto busca con entusiasmo, y abraza fervientemente; mientras que la bestia no considera sino el dolor, tan absoluto e inútil para ella, con pavor y rebelión angustiada. Pero algo todavía más deplorable es que el hombre sabio juzgó al ser humano que conscientemente puede torturar animales y hacer oídos sordos de su dolor, pues sabía (el hombre sabio) que tal individuo estaba infinitamente más lejos de la redención que la bestia salvaje en sí misma, que debería quedar clasificada en comparación como igual de libre de pecado que un santo…

La dignidad humana empieza a imponerse sólo en el momento en que el hombre se distingue del animal por la piedad hacia este. La visión de bueyes ofrecidos a los dioses se había convertido en un escándalo para nosotros (sin embargo) en nuestro pulcro caos cotidiano un baño de sangre es encubierto por parte de aquellos que en su comida de mediodía se darán un banquete con las extremidades de animales asesinados disfrazadas de forma irreconocible…

Cualquiera que tenga esto claro, no tendrá dificultad alguna en darse cuenta de por qué un declive igual e incluso más profundo se está manifestando en la esfera de la cultura mental; puede que la violencia civilice, pero la cultura debe brotar de este suelo, de la Paz… Las deshonrosas enfermedades de nuestra cultura invitan a nuestros fisiólogos a realizar experimentos degradantes en la vivisección especulativa; el Estado los protege, desde el "punto de vista científico"…

También vemos al soberano animal de rapiña humano en decadencia. A causa de una nutrición en contra de su naturaleza, contrae enfermedades, ya no alcanza su esperanza de vida natural ni una muerte tranquila, sino plagada de dolores y cuidados del cuerpo y el alma desconocidos para cualquier otra especie, se arrastra a lo largo de una vida vacía temeroso de que se acorte.

Aunque hemos empezado con un esbozo general de los efectos producidos por el animal de rapiña humano a lo largo de la historia del mundo, ahora puede servir de ayuda volver a intentar contrarrestarlos y encontrar de nuevo el "Paraíso" perdido hace mucho tiempo; intentos que nos encontramos aparentemente con progresiva impotencia en el transcurso de la historia, hasta que finalmente su funcionamiento queda casi al completo fuera de nuestra comprensión.

Entre estos últimos intentos encontramos en nuestros días las sociedades de los llamados Vegetarianos: aunque en el seno de estas mismas organizaciones, muchos parecen haber aspirado directamente al quid de la cuestión de la Regeneración de la humanidad, escuchamos a ciertos miembros prominentes quejarse de que sus camaradas en su mayor parte practican la abstinencia de la carne por razones personales puramente dietéticas, pero que de ninguna manera asocian su práctica con el gran pensamiento regenerativo que por sí solo podría hacer poderosas a las asociaciones. Junto a ellas encontramos una organización con un alcance más práctico y de algún modo más extendido, la de la Prevención de la Crueldad hacia los Animales; en este caso también sus miembros tratan de ganar la simpatía del público mediante súplicas meramente utilitaristas, aunque un objetivo verdaderamente beneficioso sólo se podría esperar si ejercieran su compasión por los animales hasta el punto de la adopción inteligente de la más profunda tendencia del vegetarianismo; basándose en una comprensión común de ese tipo, una fusión de dos sociedades podría ganar una fuerza nada despreciable…

Pero si una sincera comunión con los Vegetarianos debe necesariamente enseñar al protector de animales el verdadero significado de esa compasión que le inspira, los resultados podrían ser anticipados, como los que han seguido a los experimentos ya realizados en ciertas prisiones, donde los mayores criminales han sido transformados mediante un régimen vegetal sabiamente planificado en los hombres más moderados e íntegros. Qué recuerdos estarían celebrando en verdad los grupos de esta comunidad al reunirse, tras la jornada laboral, para refrescarse con Pan y Vino…?

Yo parto de la convicción religiosa de que la degeneración de la raza humana ha sido ocasionada por el hecho de desviarse de su alimento natural; la única base para una posible regeneración, es un retorno a dicho alimento. El hecho fácilmente comprobable de que solamente una parte de la humanidad - digamos que un tercio - está involucrada en esta desviación, y el ejemplo de la salud física exhibida por esa otra parte que ha seguido fiel a su dieta natural, podría enseñarnos muy adecuadamente el camino para alcanzar la regeneración de la parte depravada pero dirigente… La gran Regeneración, y consagrarnos a su consecución en todos los sentidos.

Richard Wagner

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